miércoles, 29 de agosto de 2018

"LO ESPONTÁNEO, LO AUTOMÁTICO Y LO AUTÉNTICO CON LOS HIJOS" por Mon Gómez


Una de las verdades que guía mi camino como persona es que lo que más odio en los demás es lo que más niego de mi misma y lo que más amo es lo que más deseo dentro de mí. Cuando puedo distanciarme emocionalmente y ver con lucidez esta parte de la interacción, comprendo mejor quién soy y quién es la otra persona.
Con mis hijos es una tarea, si cabe, algo más difícil pues hay un vínculo sólido y vital que late biológicamente de amor y, al tiempo, conseguir la distancia suficiente para acompañar emocionalmente desde el respeto, me supone un reto y una habilidad en constante desarrollo.
Ir llenando las palabras de significado y ampliando la madurez de los conceptos con muchas experiencias concretas en la vida y el acompañamiento es lo que le da sentido a casar términos que, a priori, nos resultan polares.

A mí me ayudan varios acompañantes en esta tarea:

·       La concentración cuando acompaño. Estar aquí y ahora, sin expectativas, entregada y en silencio interno.
·       Los apoyos. Tener personas cercanas con las que poder compartir con honestidad mis experiencias: grupos terapéuticos, mis grupos de trabajo en Educación Respetuosa y también amigos o amigas comprensivos y el padre de mis hijos.
·     La libertad interior. Las respuestas las va dando la vida al vivirla. Cuando nos hacemos previamente ideas de cómo es, de cómo debe ser… nos perdemos de lo que verdaderamente está siendo.

Hace años, en nuestra primera visita a la Fundación Pestalozzi, una de las primeras conversaciones con Mauricio Wild me hizo reflexionar sobre la espontaneidad, la autenticidad y los automatismos. 
La fundación Educativa Pestalozzi es pionera en la creación de ambientes relajados para el desarrollo de niños y adultos y se ocupan en esta tarea desde hace más de cuarenta años. Cuando acompañamos en estos ambientes relajados, nuestras respuestas habituales se sentían inhibidas pues el silencio, la armonía y lentitud, propia de la infancia y de la distensión, reinaba también en los adultos.
Para mí esa que yo llamaba "espontaneidad" era una cualidad importante en la relación y sigue siéndolo más se ha ido llenando el concepto. Lo que consideraba espontáneo ahora lo percibo, en ocasiones, como "automático". Quiere decir que ambas reacciones comparten la cualidad de respuestas rápidas e internas, previsoramente naturales, mas bajo esa espontaneidad o automatismo hay distintos resortes.



Depende del resorte que nos mueva a ese inmediato estertor o respuesta, estaremos, desde mi comprensión actual, en autenticidad o en automatismo.
·         Cuando estamos tocando con emociones y  pensamientos raíz, básicos, que nos construyen como personas en el amor y el dolor, y, movidos por la confianza, los compartimos, estamos ante actos auténticos y nutritivos. En ocasiones nos sentimos vulnerables al tocar estos espacios internos y es esto lo que nos puede asustar y hacernos escapar de ellos para pasar a emplear resortes automáticos, defensivos.
·         Cuando estamos tapando ciertas emociones o pensamientos dolorosos con otros sustitutivos y, en nosotros, hay miedo, necesidad de protegernos o defendernos, y los compartimos desde ahí, estamos ante actos automáticos. Es decir, nos estamos engañando y engañando a otros. Son actos carentes de libertad y, en cierta medida, falsos.
La dificultad radica en diferenciarlos y es para esto que necesitamos de estos bastones acompañantes: concentración, apoyos y libertad, entre otros.
Desde niños nos hemos ido desacostumbrando a estar en contacto íntimo con nosotros y, en los grupos en los que trabajo, veo cómo perdemos nuestro estar genuino, nuestro sentir más íntimo en aras a emociones menos sutiles y defensivas: cómo un sentimiento de rabia incontrolable se transforma en dolor al contacto con el corazón y la confianza, y se descubre que lo genuino era que había melancolía de estar más tiempo con el hijo o impotencia de no saber cómo ser madre o padre. Es lo genuino esto segundo, y nos coloca también en lo vulnerable, y desde ahí podemos comunicar con autenticidad.

Ejemplos de espontaneidad, automatismo y autenticidad:
  • El automatismo defensivo de entrar a la acción compulsiva, aprendido en la tierna infancia para frenar el sentir, que no estaba permitido en el seno familiar en su versión auténtica. 
- Las mañanas o tardes de hacer y hacer sin parar, todo aquello pendiente, sin estar en el juego de los niños, sin contactar con lo suyo genuino, en una presencia no real, fantasmal, de estar sin estar, nos dan pistas para empezar a tirar de "¿qué es lo que está pasando tras ello?"," ¿qué me inquieta?" ,"¿con qué no quiero contactar?". Nos dan la oportunidad de parar, respirar y contactar con "¿cómo me siento?" y "¿ qué necesito?"


  • El automatismo defensivo de la parálisis, de quedarnos inactivos, en el estar forzado y desconectado. A veces nuestro cerebro identifica una situación actual como potencialmente peligrosa, no porque lo sea en sí, sino porque en la infancia hemos vivido escenas en que verdaderamente sentíamos peligro y miedo y nuestro cerebro las recuerda inconscientemente y mimetiza estas con las actuales con nuestros hijos, que ya no lo son.
- Cuando nuestra hija está en conflicto con nosotros o con otros niños y no conseguimos reaccionar, y nos quedamos paralizadas por contraposición al automatismo de la violencia tampoco estamos presentes para intervenir si es necesario, y "¿por qué nos paralizamos?", "porque tenemos miedo", "¿a qué?", "¿a una niña de cinco años?", "¿a un niño de nueve años?" Pues sí, a lo que nuestro inconsciente está viviendo en esa escena, que le recuerda a otras anteriores. Es un proceso que no podemos ver sin trabajarlo conscientemente. Y es entonces cuando nosotros, adultos, ya no estamos presentes y se apodera de la situación nuestro niño interior herido, que sigue viviendo en nosotros, y que tiene miedo al conflicto, el que se vuelve a paralizar ante él.

Así pues la autenticidad no es ser el mejor padre o la mejor madre. Es mostrarse, en lo nuestro genuino, sin juicio, sin temor a ser descalificados. Contactar con quienes somos y ofrecerlo a nuestros hijos.

Muchos ejemplos de estos viajes de lo automático a lo genuino os podría dar, que surgen de mi experiencia personal con mi familia y laboral con los grupos de trabajo. 
Y esos viajes pueden ser desde la paciencia, la comprensión de que en la vida todo es un proceso y no hay prisa, que somos seres humanos que nos equivocamos y acertamos y ahí radica la libertad.
Cuando iniciamos un viaje hacia lo genuino de nosotras mismas podemos caer en la exigencia, y en ese preciso momento estamos ya de nuevo en el automatismo. Todo va a ir llegando si buscáis los apoyos y los bastones necesarios, y como con los niños, será cuando estés abierta y dispuesta para seguir entrando en ti. Confía y apóyate para que florezca tu maternidad y tu paternidad. 
Y os invito a que los exploréis en persona en la formación que empieza en octubre en Sevilla. Y os deis la oportunidad de contactar con lo vuestro auténtico y disfrutarlo en la relación con vuestros hijos e hijas.

 "Porque para acompañar a nuestros hijos e hijas nos toca crecer a nosotros."


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