¿Para qué criar en libertad, para qué no dirigir a los niños?
El ser humano se desarrolla de
dentro hacia afuera en un proceso de elección de opciones mediante las que va
consiguiendo del exterior aquello que necesita para crecer y vivir plenamente.
Ese desarrollo no lo podemos forzar. Hacerlo, más que garantizar que se dé con rapidez,
lo entorpece. Tiene un ritmo natural y respetarlo ayuda a que se dé en
plenitud.
Tampoco podemos saber a ciencia cierta qué es lo que
necesita otro ser humano a priori. En el caso de los niños hay necesidades
básicas fundamentales como contacto, respeto, disponibilidad, mirada, escucha,
presencia, confirmación, validación… más qué necesita cada niño en cada
momento, con qué del mundo necesita contactar para seguir evolucionando nadie
más que él mismo lo sabe. Va a ser su conexión sagrada con su ser la que lo
conecte con qué le hace falta en cada momento e irá hacia ello si no lo
interrumpimos. Al igual que el bebé sabe si tiene frío, hambre, necesidad de
contacto y lo solicita, el niño va a ir realizando este mismo proceso
contactando con necesidades más complejas. En los primeros años necesidades
motrices, afectivas y sensoriales, de exploración del mundo y regreso al nido y,
posteriormente, esta gama se ampliará con necesidades vinculadas a lo cognitivo,
lo social y lo moral hasta llegar a la adolescencia.
En contacto consigo el niño busca
lo que necesita del exterior y lo integra en un proceso de juego libre innato,
no condicionado. Acompañar este proceso vital proporcionará un desarrollo
completo del niño, acompasado con la naturaleza.
Decía Rebeca Wild que nos vendría
bien ponernos un esparadrapo en la boca más a menudo a los adultos, dada la
condición directiva o manipuladora del lenguaje tal como lo usamos, y creo que
también es interesante hacerlo a causa de nuestro abuso del empleo de la palabra como sustituta de nuestra genuina presencia.
Estoy totalmente de acuerdo con Rebeca en la necesidad de mayor silencio en el acompañamiento y además yo os propongo que …
…probéis a dar dos pasos hacia atrás.
¿Para qué?
…para crear un espacio de libertad.
Y digo dos pasos hacia atrás, no que desaparezcáis de escena. Es decir,
que haya permiso explícito de ser, de estar en libertad, de que el niño ejerza
su autonomía desde la mirada amorosa y de aceptación del adulto y no desde la
ausencia. Si me voy, no hay presencia. Y esto a medida que crecen es
interesante y sano (ellos mismos van pidiendo tiempos sin adultos) más si me
voy porque no sostengo la libertad y sus consecuencias, el trabajo me toca hacerlo conmigo mismo pues
los niños sí necesitan nuestra validación, mirada, confirmación, y la merecen, y
yo, como madre, me merezco dársela, y dársela sin “robarles” (copio a Vega
Martín) sus descubrimientos y habilidades.
Así que...¿Para qué dar dos pasos hacia
atrás?
- para que los niños decidan en aquello en que la naturaleza les proporciona posibilidad de desarrollo (depende de su etapa evolutiva). Los ejemplos que he elegido son de niños de entre 2 y 6 años, en etapa preoperativa. La naturaleza los sitúa en un momento evolutivo donde se desarrollan sus habilidades motrices, afectivas y sensoriales;
- para que los niños exploren su creatividad atendiendo a su posibilidad de elegir y generen seguridad en sí mismos, confianza, capacidad para equivocarse y acertar lícita;
- para que los niños respiren entre su dependencia y su autonomía, permitiéndose llegar a lo que sí pueden conseguir y tocar con aquello para lo que aún no están preparados y en ambos lugares ser acompañados y poder acompañarse poco a poco ellos mismos.
Voy a ofreceros algunos ejemplos prácticos
y recientes de nuestro ambiente y familia para ilustrar a qué me refiero con “
dar dos pasos hacia atrás”:
1. Phil tiene 2 años. Ha cogido
un carrito de pasear a los muñecos que está aparcado en la zona de carros, en
el eucalipto grande. El carrito está plegado, Phil dice: “abrir”. La mamá lo
está observando de cerca y lo escucha, y está tentada de acercarse aún más a
abrir el carrito que está usando Phil, pero esta vez decide no intervenir y
seguir muy atenta, y sí hacer patente su presencia describiéndole al niño lo
que ve que va haciendo puntualmente o repitiendo lo que el niño va diciendo.
Entonces, Phil empieza a jugar con el lenguaje egocéntrico diciendo: “abrir,
cerrar, abrir, cerrar (…)” y está así cantando un buen rato, explorando esas
palabras antónimas mientras trata de abrir el carro con su gesto, mas no
consigue así que decide empujarlo a ver cómo rueda plegado, y puede rodarlo y
sigue jugando a decir “abrir, cerrar” y sigue un largo rato concentrado con
este juego que ha aparecido en su vida.
Cuando terminamos el
acompañamiento la mamá me dice: “he estado a punto de intervenir, y me he
quedado emocionada de ver lo que pasaba, cómo el juego se transformaba y él
estaba concentrado. Creo que si se lo hubiera abierto hubiese terminado mucho
antes su juego… en realidad estaría
anticipando su juego”.
Ese mismo día también decidió no
intervenir y confiar en los recursos de su hijo cuando en la mesa de agua lo
mojaron y no le gustó. Le dio tiempo a frenar su automatismo para no resolver la
situación por él y elegir una respuesta consciente: esperar, lo cual
proporcionó a Phil la posibilidad de decir: “No”, alto y claro, al otro peque que
lo había mojado en el juego. El otro lo entendió y lo respetó.
Phil pudo hacer gala de su
asertividad y de su exploración en el juego en ambas situaciones.
En estas dos situaciones vemos
cómo al no interferir el desarrollo motriz fino ni el desarrollo social, los
recursos del niño, acompañado por la mirada y la validación de su madre, en
presencia y cercanía, son nutritivos y regulan su actividad para que se dé de
forma relajada, autónoma y en libertad.
2.- Marina tiene 3 años. Está
jugando en manualidades y quiere cortar un papel con las tijeras. La mamá
acostumbraba a hacerlo por ella hoy ha tomado una decisión diferente: está
decidida a confiar en los recursos de Marina. Así que cuando la niña no
consigue y le pide que lo haga por ella, la mamá se retira manteniéndose cerca
y le dice: “yo te estoy acompañando”, con claridad y confianza. Marina está un
rato largo con la lengua fuera de la boca tratando de recortar hasta que ¡consigue!,
encuentra su manera de sostener el papel con los dedos haciendo pinza y
recortar tal como deseaba con la otra mano. Está muy satisfecha de haberlo
logrado, también su madre está contenta y se encuentra su mirada de alegría con
la de mamá que la acoge y atiende.
3.- René tiene 5 años, casi 6.
Lleva una temporada inventando y construyendo objetos. Hoy quiere construir con
una botella de plástico un objeto para lanzar
palitos largos y finos. Para hacerlo manifiesta que es necesario
estrechar un lateral de la botella para dar forma a un canal por donde lanzará
los palitos, mas no atina a saber cómo hacerlo así que se acerca a su mamá y le
pregunta. La madre lo acompaña con mucha atención: “va a ser interesante saber
qué ideas se te ocurren” y mantiene silencio, curiosa y conectada emocionalmente
con su hijo. El niño repite que quiere que ella le diga cómo lo haría, la madre
espera un poco y le dice que “ese juego que ha inventado es su juego” (se le
pasa por la cabeza la posibilidad de responderle que puede pegar la botella con
pegamento para que quede con aquella forma mas decide esperar y confiar).
A los pocos segundos René responde: “¡ya sé!”.
Entonces, toma unas tijeras y agujerea la botella por ambos lados, toma una
pluma de pavo real que está tirada en el suelo, la corta dejando la zona
central y la coloca entre un agujero y otro de tal manera que la cruza y puede
deformar la botella tal como él quería; sigue con este proceso de agujerear a ambos
lados, cortar plumas a medida y pasarlas por los agujeros a través de la
botella a todo lo largo del lateral que quiere estrechar…¡hasta
que consigue el canal!: ¡qué ingeniosa idea! ¿qué adulto le hubiera podido
contestar con tal ingenio? Es más, ¿qué de creatividad y posibilidades le restaríamos
si nos adelantásemos, por no confiar en su capacidad o temer su frustración?
Confiar en la vida, en el
desarrollo de la vida en los niños, sabiendo que son dependientes de nuestro
amor, aceptación, mirada, escucha, validación, disponibilidad, y que también
son autónomos en la consecución de aquello para lo que la naturaleza los ha
dotado en cada etapa de desarrollo. Este respeto y confianza en sus
posibilidades es el camino para que crezcan con una relación sana con sus
posibilidades de hacer, relacionarse, ser y percibir su realidad.
Aunque tiremos de los tallos de
la planta para que crezca, no conseguiremos acelerarla, como mucho sus
condiciones serán menos óptimas o, tal vez, se tronche algún tallo en el intento. La planta va
a ser lo que pueda y venga a ser atendiendo a su semilla, de la que nació, a su
semilla de posibilidades que es. Un pino no es mejor que un castaño, ni peor,
es, y va a ser un maravilloso pino si las condiciones ambientales son óptimas:
el agua del amor, la tierra de la disponibilidad, el aire del respeto; al igual
que un castaño será un hermoso castaño si se dan las condiciones ambientales
suficientes. Ahora, como nos empeñemos en que un pino sea un castaño, o en que
ya es hora de que mida un metro o le vayamos cortando por aquí y por allá para
que parezca un seto… ¡ohhh qué violencia tan prepotente aquella que acelera lo
que la naturaleza da en su curso, que no ve la bondad de cada forma de vida o
cree saber mejor que otros lo que necesitan los demás!.
Humildad y paciencia, y la vida
se despliega en todo su ser.
Y, si pruebas a dar los dos pasos hacia atrás, me encantaría que nos contases qué ha pasado con esto, cómo ha sido para ti.
Tanto en los grupos de acompañamiento y formaciones como en las observaciones y devoluciones, que llevo supervisando años en mi ambiente preparado, puedes empezar a acompañar desde el respeto y la libertad y entrenar esa parte de ti misma para llevártela a casa después, y seguir en tu casa acompañando desde la libertad.
Con la intención no es suficiente en ocasiones y es útil el apoyo de lo que te puedo señalar, el ambiente relajado donde el proceso es lo que reina, el estar, para vivir con mayor calidad la relación y el vínculo filial.
Estas observaciones y devoluciones consisten en:
1. Vienes al espacio preparado (en Alcalá de Guadaíra, Sevilla) con tu hijo/a -previa cita- y yo observo su juego y tu acompañamiento.
2. En una segunda sesión (sólo con el adulto/a - on line o presencial-) te hago una devolución con lo que he visto de cómo funcionáis en vínculo tu hijo y tú y qué aspectos puedes enfocar para que sea más relajada la vida entre vosotros y se dé con mayor facilidad el desarrollo del niño/a.
El grupo de acompañamiento que actualmente está con plazas libres está formado por madres/ padres, madres de día, educadoras infantiles y profes, también en Alcalá de Guadaíra, Sevilla, y en él trabajamos cuatro horas durante una tarde al mes, de 16:00 a 20:00 ( ahora mismo el grupo que está abierto nos reunimos la primera tarde de miércoles de cada mes) para que, enfocando la relación contigo misma y tu niña interior mediante dinámicas y trabajo directo conmigo, y el aprendizaje de nuevos recursos, materiales y enfoques de relación con los niños/as, transformes la calidad de la vida con tus hijos o niños/as que acompañas.
Si necesitas más información, puedes llamarme al 682828378 o enviarme un whatsApp.
Un abrazo y feliz día,
Mon Gómez
Alcalá de Guadaíra, Sevilla
Acompañamiento a los hijos en ambiente preparado
Consultas individuales y formación a colectivos
en acompañamiento consciente a los hijos/as y
crianza respetuosa con sus procesos de vida
Consultas individuales y formación a colectivos
en acompañamiento consciente a los hijos/as y
crianza respetuosa con sus procesos de vida
Teléfono: 682828378
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