martes, 13 de junio de 2017

Ampliar el asombro por Mon Gómez

Ampliar el asombro por Mon Gómez

Rosa veía la cubeta de agua con jabón y los dos palos con cuerdas que habíamos dejado sobre la mesa de exterior. Miró a su papá y le digo “ pompas de jabón” y se puso a experimentar cómo coger los palos y colocar el líquido, cómo hacer que el aire soplase dentro de aquel líquido para que se crease la pompa.
Rosa estaba concentrada, ensimismada, y era una con aquellos objetos en la experiencia de probar y probar nuevas posibilidades.
Su papá la miraba sin intervenir con sus manos en la actividad autónoma de la niña. De vez en cuando su papá  le decía “ Uy, casi…” con un tono entusiasta o “ Qué bien, qué grande…”con gran alegría y asombro, cuando conseguía hacer una pompa de buen tamaño. Más que una ratificación de la emoción del niño era una expresión propia de su asombro de padre ante lo que sucedía. El resto del tiempo lo acompañaba desde la mirada.


Para Rosa, conseguir sostener las cuerdas, probar y probar cómo el aire entra o no y qué formas surgen de ello, el sonido casi imperceptible del aire vibrando cuando mueve rápido el palo y el vientecito que se levanta, el olor del jabón sutil, todo ello es su juego. Rosa está asombrada por el proceso, el movimiento, lo sensorial. La esencia de Rosa concentrada, atenta genuinamente a lo que sucede,  satisfecha de la exploración y asombrada con cada nuevo descubrimiento. El resultado también le causa satisfacción y asombro cuando la pompa es grande y no pequeña o cuando la pompa se inicia...

“Casi” es un adverbio que indica “lo que no se da, ocurre o existe completamente en la acción, estado, cualidad, grado, etc., expresada por la palabra a la cual acompaña, aunque falte muy poco para ello”. 
“Casi” es que no has llegado  aún a algún lugar al que deberías haber llegado según algún juicio propio o externo. Dicho desde el entusiasmo  varía la cualidad emocional con respecto a decirlo desde la decepción y sigue indicando que está en foco el objetivo y no el proceso. Mientras “eso que casi está pasando y no pasa” nos ocupa, es decir, lo que no es, nos perdemos  de lo que sí pasa, del aquí y ahora, “eso a lo  que sí constantemente está llegando la niña” y está experimentando lúdicamente.

Ampliar nuestra capacidad de asombro pudiendo entrar en el asombro del proceso, en lo fascinante y maravilloso del juego como modo de vida, como expresión de la relación del niño con lo que lo rodea y como integración del aprendizaje es un placer y nos ancla al presente. Probar y probar nuevos caminos, permitir que el niño investigador esté validado: ampliar nuestro asombro asombrados por cómo se mueven las cuerdas  al viento o las múltiples posibilidades de cruzarse que tienen, ampliar nuestro asombro por la sorpresa de un conato de pompa de jabón.


El tiempo, como los adultos lo entendemos, no está asumido en los niños hasta edades avanzadas, unos 10-11 años; necesitamos de pensamiento formal para llegar a aprenderlo, es una categoría abstracta. A los tres o cuatro años apenas distinguen “ ayer” (que es todo lo que ya pasó) de hoy (que es lo que ahora está pasando) o “ después” ( lo que sucederá de aquí en adelante) de un modo general. Su idea del tiempo, en estos momentos, es holística, porque su percepción de la vida no es temporal así que los conceptos de “eficacia” que tiene que ver con llegar a un resultado en un tiempo determinado, son ajenos a los niños, pertenecen a un mundo adulto que no les compete y viola su sentido del juego.

 Para que el niño crezca en libertad, el adulto debe ir siendo libre de ciertas ataduras

  • pensamientos que lo  hacen viajar en el tiempo y  lo llevan del momento a cuestiones pasadas o futuras, 
  • expectativas sobre lo que debe pasar en lugar de observar y valorar lo que pasa en sí, 
  • condicionamientos a los niños en los que se pondera algo sobre otra cosa… 

Todo ello resta espacio de libertad.

Démonos la posibilidad- como adultos acompañantes- de:

  • dejar de controlar, 
  • dejar de evaluar, 
  • poder estar relajados sin hacer tanto: tanta ayuda, tanto pensamiento, tanto juicio, tanto que queremos cambiar fuera. 


Y démonos la posibilidad como adultos acompañantes de amar lo que deviene en ese momento del niño, aceptarlo y mirarlo con el asombro que se merece sea lo que sea lo que suceda, porque esa mirada y aceptación es su nutrición relacional, la base de los apegos seguros forjados por ese verdadero ambiente preparado psíquico, que somos las personas que rodeamos a los peques.

El acompañamiento respetuoso a los niños atiende a amar lo que sucede desde nuestro hijo sin pretensión de que varíe, aceptando, no viendo un problema en lo que no está siendo (no hay pompa o la pompa no es grande, es pequeña) sino viendo con amor y asombro lo que sí está siendo ( se rozan las cuerdas en un nuevo movimiento con el aire, la pompa brilla al sol, se mueven sus colores, ¡es una pompa!). 

Y para que el niño crezca en libertad, dejándose ser quien ha venido a ser, el adulto también debe aprender a ponerse límites. Aceptarlos sin justificarse.  Asumirlos como parte del proceso si su decisión es que haya aprendizaje autónomo en su hijo/a. Porque si el adulto interviene cuando no es necesario, si me adelanto, o enjuicio con mi palabra, le resto exploración al niño y lo manejo. 
Y la mala noticia es que dependiendo de nuestro nivel de apertura, esto duele verlo, y duele reconocerlo.
Para los adultos ponernos límites al egocentrismo de ser, enseñar, ir por delante del niño, cuando no está satisfecha esta necesidad en nuestra infancia, nos es difícil y nos duele y algunos adultos  pueden pelearse con ello o  enfadarse con las personas que se lo indican cuando vienen a los espacios a que así sea, de la misma manera en que los niños lo hacen  cuando se les informa de un límite coherente con la vida .

Las escuelas alternativas ( donde caben opciones bien diversas entre sí tanto por grado de directividad, como de presencia y atención y calidad de ambientes), al igual que las tradicionales, están "in loco parentis" y así es legalmente. Esta expresión significa " en lugar de los padres". Ahora si la escuela y los padres no van en sintonía, si en casa no hay presencia porque hay mucho que hacer o los conflictos se resuelven sin validar y de manera normativa,  si se suple  el acompañamiento sin juicio por llevar a nuestros hijos a un espacio durante cinco horas diarias para que lo hagan por nosotros, yo me plantearía qué pasa aquí con la coherencia. Porque el modelo para el niño será, sin duda, su padre o madre.
Eso no es ningún otro paradigma de vida, ningún cambio real.
El acompañamiento a los hijos/as de un papá o mamá , sin expectativas y con vinculo amoroso, no lo sustituye nada. Es vital para que los niños crezcan con amor y libertad en su interior.  Y les proporciona la atención que necesitan para autodirigir sus propios aprendizajes.


Crecer en familia respetando procesos de vida es una opción,  y si la elegís, el trabajo es asombroso, duro por momentos y ¡tan gratificante!... porque entráis en otro lugar, en otras relaciones, en otro estar, que es un nuevo mundo para vosotros y  puede ser, sumando de aquí y de allá,  el estertor de una nueva sociedad: más real, más libre, con los límites más nítidos, dando forma a la libertad de ser y vivir.
Esta respuesta a la vida de cruzar el puente y habitar otro lugar de relación  implica de mí, como adulto, lealtad al amor y respeto que elijo como modo de vida, lealtad al proceso y a mis prioridades, compromiso con el camino de acompañar sin dirigir a mis hijos y compromiso de autenticidad en mi proceso familiar y grupal, confrontando, validando y valorando. 

¿Merece la pena? ¿Merece la alegría? A mí, sí.
Cada año me lo cuestiono, me desmorono, me replanteo este compromiso y cuidado,  y cuando vuelvo de ese viaje , cada año, me respondo con más claridad y firmeza, con más tranquilidad y seguridad: Confío.

Cuando conecto con el acompañamiento amoroso a mis hijos, agradezco a mis maestros y a mis compañeros poder saber que ciega estoy y alguna que otra ventanita abierta, y dar la oportunidad a la vida de que se dé con mayor autenticidad en Rodrigo y Carmen. Fascinada por la naturaleza humana y sus posibilidades.

Y cuando me encuentro con adultos que inician este camino y van por él desde sus dudas, tras mis dificultades a veces de bregar con ello, aparece algo nuevo, y ese algo es mi vulnerabilidad y la posibilidad de acompañarla, y tras esto una especie de tranquilidad que me producen ciertas sencillas certezas y la lealtad a este camino de la libertad, de que por aquí es.

Muy agradecida a mis hijos y a Juanjo por ser piña,  a los compañeros y compañ­­­eras de camino en La Puerta Azul por compartir y a mis padres por abrirme a la posibilidad de la tenacidad.

Mon Gómez
Teléfono 682828378 Correo:lapuertaazul@hotmail.com
http://lapuertaazuljerez.blogspot.com.es/
Formación en Educación Respetuosa y para la Libertad ( abierto plazo de inscripción)
Acompañamiento a los hijos/as en ambiente preparado y relajado
Consultas individuales sobre crianza y desarrollo humano respetado, aprendizaje autónomo y maternidad consciente.

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