Confiar en el juego por ser juego
Confiar en el aprendizaje inherente al juego
Confiar en la fluidez de los intereses que se hilan cuando hay permiso, respeto, y amor
Confiar en la repetición de intereses
Confiar en los tiempos de juego que el niño necesita con cada interés
Confiar en sus elecciones como lo más propicio para ellos en ese momento perfecto
Confiar en nuestra capacidad de juego
Confiar en la espontaneidad, la libertad
Confiar en la utilidad de la maravillosa inutilidad del juego
Confiar en el amor y la dignidad de cada juego
Confiar en que la vida del niño, en libertad, es juego eterno y así debe ser
Un cariñoso abrazo y feliz día!
Mon Gómez
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