lunes, 18 de noviembre de 2024

UNSCHOOLING," APRENDER VIVIENDO", por Mon Gómez



Espacio para la vida

Juanjo y yo educamos a nuestros hijos durante su infancia siguiéndolos, atendiendo a sus intereses y facilitando ambientes, esta práctica que se da en llamar unschooling, a mí me gusta nombrarla como “aprender viviendo o vivir aprendiendo” porque más allá de la referencia a la escuela, o a la negación de la escuela, es una ampliación de posibilidades, un ir más allá de cuatro paredes, de unos libros, de ciertas relaciones con iguales, ir más allá, ir hacia la vida. Cuando tomé esta decisión con mi exmarido me venía el sintagma “espacio para la vida” y es que falta de esto en nuestra cotidianidad o, al menos, en la de muchos: levantarse, trabajar, almorzar, trabajar o algún hobby, ratito con peques, tele, dormir. No hay camino nuevo cada día.

Hace unos años viajamos largamente por el mundo, varios meses, con cierto plan que íbamos cambiando a medida que nuestras necesidades variaban. Conocimos culturas diversas, alrededor del globo, y se generaron otros lugares en nosotros. Una de las delicias era levantarse y decidir qué hacer, a dónde ir, cuánto tiempo quedarnos, irnos pronto si no nos gustaba. Elegir el tiempo de contacto y dónde y con quién. Al regresar hablábamos del anhelo de que nuestra vida fuese así, con espíritu de viaje. Resultaba algo vital. Y al nacer en mí la madre, pude constatar en mis hijos esa mirada de viaje con la que llegan a este mundo y quiero protegerla.

Por nuestra organización social y laboral, incluso escolar, es difícil: está determinado con quién y cuándo voy a contactar durante el día, en un alto porcentaje. Incluso más o menos cuánto tiempo. Yo, antes de iniciar esta nueva opción de vida, era profesora en un instituto de secundaria y bachillerato, iba a ver a mis compañeros cada día, compartía con ellos y con los alumnos/as, contactaba con el  de la cafetería. Estaba contenta y no paraba. Si paraba mucho tiempo dejaba de estarlo tanto. No tomaba muchas decisiones aunque vivía bajo la percepción errónea de que sí lo hacía: decidía cómo enfocar este tema en la clase y ser innovadora en mis propuestas al centro y en el aula, sin pasarme por aquí ni por allá, en un marco bien reducido del que no tenía tanta conciencia como hoy; decidía si quería café o té; decidía dónde aparcar...

Tomar decisiones es la base del desarrollo. Cuando los niños están en la escuela van a contactar con este u otro profesor, con estos niños compañeros, incluso si este no le gusta mucho “vamos a ponerlo al lado para que contacte”, y no hay libertad en la relación. Está predeterminada. Así que los niños apenas toman decisiones sobre lo suyo, es decir, no se produce desarrollo autónomo, y lo más sorprendente pasa cuando al llegar a secundaria les pedimos que utilicen su pensamiento crítico tras segarlo día tras día en el proceso previo y … nos decepcionamos cuando no sucede… ¡Ohhh, esto es violento!

 Y esto es lo que hemos vivido muchos de los adultos de nuestra generación que ahora queremos ser padres disponibles y amorosos, y nos toca tomar decisiones que cambian la raíz del acompañamiento que nos han dado a nosotros.

Como adulta cuando me he decidido a empezar a tomar decisiones conectada con lo mío, he empezado a contactar con que el suelo bajo mis pies no es tan estable, ha empezado un proceso duro y maravilloso de reconstrucción y unos cuantos terremotos. Bajo mi piel, una niña de unos seis u ocho años sigue creciendo, aprendiendo con cuerpo de cuarenta y dos, porque entonces no pudo decidir y ahora, a veces, tiene miedo. Y aún con miedo, no hay otra manera de aprender a tomar decisiones que tomándolas. Por esta constatación es tan importante para mí que mis hijos vayan viviendo este proceso a la edad que les vaya correspondiendo. Pues las consecuencias de sus decisiones serán de un calado diferente a las de la adultez.

Que un niño pueda tener a menudo la oportunidad de decidir qué hacer, a dónde ir, cuánto tiempo quedarse o si irse pronto si no le gusta, es un aprendizaje vital. Es una respiración entre el ritmo social e individual y de elección de vínculos

Y si no tiene chance de tomar decisiones durante el tiempo escolar, como padres y madres podemos enfocar su libertad durante el resto de la jornada: ofreciéndoles espacios preparados y relajados, en contacto con nosotros u otras familias afines que permitan el vínculo seguro y den el espacio necesario para que las niñas elijan lo que deseen hacer con su tiempo. Lo que quieran, sin juicio. Esta realidad les ayudará a vivir de adultos una vida libre, donde elijan, con quién, sabiendo para qué van a utilizar su tiempo, su ser, su energía… desde dentro, a qué quieren dedicar su vida, qué han venido a hacer a este mundo.

Una de las sensaciones más hermosas de nuestro viaje fue esa libertad y la vitalidad y color que proporcionaba nuestra mirada nueva al mundo. Los niños vienen así, nacen así, con esta cualidad vital, permitamos que la sigan disfrutando mucho tiempo. El "todo es posible" como base de su capacidad y sus posibilidades de desarrollo bajo la mirada del amor,  desde la aceptación de su legítimo ser, sentir, percibir, hacer y estar y de cada hálito de vida que van compartiendo con nosotros.


En nuestros grupos de formación hemos creado un ambiente preparado y relajado para que las familias puedan acompañar desde el respeto y la libertad y puedan entrenar esa parte de sí mismas para llevársela a casa después, y seguir en sus casas acompañando desde la libertad. Con la intención no es suficiente en ocasiones y es útil el apoyo del grupo, el ambiente preparado donde el proceso es lo que reina, el estar, para vivir con mayor calidad la relación y el vínculo filial.

Mon Gómez



Acompañamiento a los hijos en ambiente preparado
Consultas individuales y formación a colectivos
en acompañamiento consciente a los hijos/as y
crianza respetuosa con sus procesos de vida 

Teléfono: 682828378


Pulsando en este icono puedes suscribirte al blog y recibir las entradas directamente por correo electrónico.




No hay comentarios:

Publicar un comentario